La explotación de bosques produce fuertes impactos en numerosos componentes de la biodiversidad. Dentro de la biodiversidad de bosques, por ejemplo, los líquenes epífitos son particularmente sensibles a las alteraciones humanas tales como el reemplazo de bosques nativos por bosques secundarios. Por otro lado el despeje y la tala de bosques pueden alterar la humedad, la temperatura y las condiciones de luz, causando una reducción sistemática en las poblaciones e incluso provocando la extinción local de especies. El paso humano por los bosques también produce efectos negativos en cuanto a contaminación atmosférica y cambio climático.
La deforestación se ha postulado como una de las principales causas del cambio climático global, pero es lógico cuestionarse cuáles son los factores que conducen a esta deforestación sin control. En el caso de los trópicos, se ha sugerido que ciertos factores tales como la expansión de la agricultura, el crecimiento poblacional y el sobrepastoreo son los únicos responsables de la deforestación tropical. Sin embargo, las causas inmediatas y las fuerzas subyacentes a dicha deforestación sugieren que no existe una relación universal, entre causa y efecto, sino que la disminución de los bosques tropicales está determinada por diferentes combinaciones de varias causas próximas y fuerzas motrices subyacentes en diferentes contextos geográficos e históricos. Ciertas conexiones se evidencian más que otras y son más robustas geográficamente, tales como el desarrollo de la economía de mercado y la expansión de la superficie de cultivos con fines alimenticios. Lo dicho anteriormente lleva a que no existan políticas universales aplicables a todos los eventos de deforestación en los trópicos, sino que se necesita una comprensión detallada del complejo de causas próximas y fuerzas subyacentes que afectan a dicho cambio del paisaje en una región dada antes de concebir cualquier intervención política.
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